31 de agosto de 2005

Cartas a mis nietos... I

Aquí estoy... tras el computador para contarles algo a ustedes... mis nietos que tal vez nunca llegue a conocer...

En fin, esta es la primera misiva y a través de esta (y las que ojalá vendrán) quiero contarles quien soy... qué soy y qué espero ser hasta el momento de mi muerte, inevitable para cada ser vivo y por ello tan parte de la vida como el aire que respiramos cada uno de los días que estamos en este planeta, de esta forma...

Acerca del ser...

Muchas personas a lo largo de la historia conocida, nos han dicho qué es el ser... cuándo los hombres comenzamos a serlo y cuáles son las características que nos identifican como seres humanos...

A lo largo de mi vida -que a esta altura va en los 36 años- creo que el ser es una cuestión de autosuperación y que todos tenemos la posibilidad de llegar a ser seres humanos, pero que muy pocos logran concretar... Esto porque todos sabemos el camino, pero muy pocos son capaces de seguirlo...

Me explico, al momento de nacer somos hombres (género animal que incluye a mujeres también). Tenemos la posibilidad de aprender sobre cómo son las cosas según la moral de turno y el formato aceptado por la mayoría... En ese ámbito nos movemos e interactuamos con nuestros pares... Hacemos amigos, a veces enemigos, conocemos gente, cosas, lugares...

Algunos tenemos la oportunidad de asimilar principios y valores que marcarán nuestros actos durante el resto de la vida y a la vez, guiarán los mismos que, a la postre, serán el reflejo real de quiénes somos y que a veces dista sobremanera del quienes decimos ser...

Cuando ya tenemos clara nuestra historia, tenemos al oportunidad de indagar más allá y darnos cuenta que todo lo que nos enseñan siempre tiene la misma justificación, la cual estriba en que debemos mantener la tradición y las costumbres que vienen de antaño... Ese es el momento que tenemos de sacar los velos y tratar de ver las cosas sin el tinte oficial...

En esta época, hijos míos, el consumismo nos consume... nos creemos dueños del planeta y de todo lo que habita en él... En todo caso, no somos tan culpables de ello, ya que nos enseñan desde pequeños que ese es el camino, y la verdad, la realidad es muy dura como para tomarla en serio... Imagínense... de ser los dueños de todo pasaríamos a ser parte del todo sin ninguna posibilidad de sobresalir por sobre los otros seres vivos...

En fin, algunos ya aceptamos que no somos más importantes que nada y ese es el primer paso a la grandeza, hacia la conversión, la metamorfosis que va desde ser un hombre, repleto de prejuicios sociales y culturales, hasta el camino del ser humano... del guerrero que ve en la naturaleza una aliada, en la tierra a su madre, en los cielos el lugar desde donde vino la vida y en los otros a hermanos que debe ayudar cuando ellos lo pidan...

Eso es hijos míos... el ser es una condición de vida, una condición a la que cualquiera puede acceder, pero implica negar algunos conceptos del mundo moderno, implica erradicar algunas ideas y costumbres que van en contra de lo que vive en la faz de la Tierra, pero que nos dan beneplácito de corto plazo, momentáneo y fugaz...

La pregunta que deben contestarse es la siguiente, entonces... ¿vale la pena un momento de algarabía, y toda una vida de vacuidad?; ¿vale la pena estar bien en esta vida (que no es la única) en desmedro de las generaciones que vendrán?; ¿es sensato engañar por una buena causa...?

El ser humano es la meta que todo hombre sobre el universo debiera plantearse... es la meta de todo ser que ama a los que aún no vienen... a los que aún no llegan, pero están por aparecer...

Entonces, tenemos que "ser" no es otra cosa que buscar el camino para convertirse en humano...
Un beso grande para ustedes que aún no conozco, pero que probablemente lleguen a vivir a este mundo, a esta hermosa vida que si bien a veces es traicionera y vil, otras en cambio, es maravillosa y repleta de secretos que bien vale la pena buscar...

Adiós, por ahora...

30 de agosto de 2005

Contraste

La veo todos los días... el contraste, lo antiguo versus lo de hoy... los caminos del espíritu y los de lo cotidiano... La veo todos los días desde la ventana de mi trabajo... La veo todos los días y me gusta cada vez más, pues me evoca sentimientos perdidos en alguna parte de mi corazón que no quiero recordar...

No me mal interpreten... no soy católico, mis convicciones son más terrenales, mis condiciones humanas y mis ganas están a flor de piel...

Es cierto, la veo todos los días y no me aburre... al contrario, cada minuto que pasa, cada vez que mis ojos la enfocan, le encuentro ese encanto que me hipnotizó desde la primera vez...

29 de agosto de 2005

Hablemos del formato...

Cada cultura le enseña a sus hijos cómo debe organizar el mundo que lo rodea para dejar de lado el aparente caos que sujeta a nuestro entorno... Nosotros, la civilización occidental, hemos elegido a los ojos y la razón como organizadores del mundo.

Es por ello que tanta ínfula le brindamos a la belleza, a los colores, a la presencia... En definitiva a toda la información que nos llega del mundo externo y que procesamos a través del sentido de la vista y la utilización de la razón como vehículo de comprensión de todo cuanto nos rodea.

Algunos decimos a viva voz que el sistema en el cual nos desenvolvemos los seres humanos dista mucho de ser humano, es más, aseguramos que es la viva extensión de la más salvaje de las selvas donde el más pequeño sucumbe ante la arremetida de los más fuertes...

Cierto es que la evolución de las especies incluye esa lucha eterna que hace que el más apto predomine y triunfe en la subsistencia. Empero, nos jactamos de ser seres capaces de sentir, capaces de pensar y por cierto capaces, muy capaces de cambiar el entorno a nuestro gusto y gana.

Entonces nace una contradicción que nos pone una disyuntiva terrible, cual es, somos humanos o meros animales con la simple capacidad craneana de llegar, algún día, a sacar fuera de nosotros nuestras reales capacidades. Tal vez, seamos un frustrado experimento más de la naturaleza en su interminable tarea de buscar la perfección en su inmensa creatividad.

Pero volvamos a lo del formato... Nos sentimos tan seguros de nuestra claridad en los conocimientos sobre todo lo que nos rodea que no somos capaces de cuestionarnos, ni por un segundo, que tal vez hayamos errado el camino y que en algún punto olvidado de nuestra historia dejamos de lado el vínculo con todo el cosmos.

Muchos, antes de los que ahora vivimos, dijeron que lo que vemos son ilusiones de la realidad, sombras otros argumentaron, los más audaces se atrevieron a sugerir que lo que no vemos es más vasto que todo cuanto nuestros sentidos unidos eran capaces de percibir... y que conocemos tan poco acerca de la naturaleza que sus secretos más íntimos aún permanecían intactos y ajenos al conocimiento humano basado en la lógica de la razón.

La razón, que importante ha sido a lo largo de la historia del pensamiento humano y sin embargo que pobre ha resultado para dilucidar misterios que van más allá de nuestro entendimiento, simplemente porque no aceptamos algo que se escape a las leyes que, aparentemente, gobiernan la mente humana.

Nuestro método científico, obra de cientos de años de maduración racional, determina que es verdad algo sólo si puede probarse prácticamente... Entonces por ello descartamos que, por ejemplo, los egipcios se dividen en dos imperios y que el primero de ellos, llamado maliciosa y oscuramente como el Egipto negro, es el antecesor al comúnmente conocido nuestro.

Datos para aseverar lo anterior hay muchos. A pesar de ello los científicos occidentales tratan a estos datos desdeñosamente asegurando que son accidentes históricos, quitándoles toda posible importancia por amenazar su débil teoría acerca de la evolución humana sobre la Tierra.

Los escépticos nos apuntan diciendo que nuestra imaginación está hiperactiva... Pero... por qué la esfinge tiene más de 15 mil años y la civilización egipcia conocida sólo data del 3.500 A.C... Por qué la Gran Pirámide de Gizé no es como la mayoría de sus hermanas: un recinto mortuorio...

Es más, por qué ellos sabían exactamente cuál era el número Pi, si sólo sirve para determinar la cuadratura del círculo... Para qué le serviría una pila a un pueblo que, aparentemente, nada sabía sobre la electricidad... Ejemplos todos que demuestran lo poco que sabemos de la antigüedad y sus sucesos... Ejemplos que demuestran que lo que vemos y sabemos acerca de la realidad es sólo el reflejo de un formato que venimos practicando desde la infancia de nuestra materialista civilización...

26 de agosto de 2005

La revolución interna

La historia de la humanidad está plagada de lo que hoy conocemos como revoluciones... Movimientos caracterizados por una gran revuelta social que cotidianamente han terminado en estallidos de guerras y batallas armadas dónde se intenta lograr una suerte de equidad, donde se busca el instaurar los valores de turno...

Hemos sido testigos históricos de las revoluciones de nuestros antepasados, estimando importante el avance obtenido en cada una de ellas... Los plebeyos en la antigua Roma se revelaron contra el poder sin límites que ostentaba la clase aristocrática de su sociedad, obteniendo un sinnúmero de reformas sociales que apaciguaron durante muchas generaciones el descontento social.

Luego, las inigualables revoluciones industriales que le dieron el impulso final al desarrollo tecnológico del hombre y el impulso inicial y definitivo a la polución del planeta en aras de “un futuro esplendoroso” para una ignorante humanidad.

En medio de las revoluciones industriales sobrevino una que atacó abiertamente a las desigualdades sociales que existían antaño y que aún pueblan la tierra... Nos referimos a la publicitada revolución francesa... Hecho histórico – social que escandalizó a las monarquías de su tiempo, ya que proponía, igualdad, fraternidad, paz, y otros valores populares hoy en la boca de todos aquellos que buscan o detentan el poder.

Es menester destacar que las democracias actuales son de igual forma... Todas cuidan que ninguna sucumba a cualesquiera intento de cambio... Antes eran unos pocos que abiertamente detentaban el poder... Hoy es lo mismo, pero la cosa se lleva adelante en forma más solapada...

Solapada porque nos enseñan que somos libres, que podemos elegir lo que queramos y hacer todo lo que podamos siempre y cuando no nos salgamos de la moral ni de las buenas costumbres... Todas reglas arbitrarias dictadas por unos pocos para su conveniencia y provecho...

Nuestra especie tiene mala memoria colectiva, ya que lo que ayer era duramente criticado por todos hoy es aceptado e inclusive enarbolado como bandera de lucha por sus otrora más acérrimos perseguidores...

En fin, algunos hablan de generar otra revolución... una que derrumbe la forma en la cual vivimos, pero nadie se pone de acuerdo en cómo debe hacerse este nuevo sistema... Creo, humildemente que la verdadera revolución sólo puede partir de cada uno...

La verdadera revolución que transforme nuestra menesterosa forma de relacionarnos entre nosotros y con el mundo que nos circunda comienza en el alma de cada uno de los que habitamos este hermoso y maltratado planeta...

Unos dirán que esta postura es egoísta, otros argumentarán que es tan individualista como el sistema actualmente imperante, pero yo digo que si no somos capaces de querernos a nosotros mismos no podremos hacer otro tanto con los demás... Si no somos capaces de valorar nuestro rol en la sociedad y el cosmos mucho menos podremos aceptar la inmensa diversidad que existe acá y en todos lados.

No hablo de espiritualidad, ni de acercarse por medio de alguna religión a un Dios determinado, sino de ser lo suficientemente sensibles para sufrir el dolor ajeno, de ser buenos en nuestros actos y pensamientos... De ser capaces de pensar, sentir y actuar en la misma dirección...

Proclamo a todos los que deseen escuchar que la única forma de derribar este sistema inhumano y ficticio es siendo gentiles, amables, comedidos, como dijo Jesús: ir como ovejas entre los lobos... No dar la otra mejilla, sino enseñar que no es necesario siquiera poner la primera...

Si cambiamos de adentro, si vemos el mundo no como un lugar que hay que conquistar sino que uno donde desenvolver nuestras más altas virtudes, entonces, sólo entonces podremos hablar de dejar de lado el derecho a la herencia o del derecho a ser libre pensadores... ya que sólo en ese momento seremos verdaderamente libres de toda maquinación sistémica por mantener un status quo que sólo beneficia a unos pocos de los 6 mil millones que habitamos este astro...

25 de agosto de 2005

Divagaciones de agosto

Al extraviarnos en los senderos del alma, a veces, sólo a veces, logramos penetrar en los oscuros dominios de nuestra psique... Ni nuestros pensamientos más sombríos se nos presentan tan inagotablemente ignotos como la posibilidad cierta de viajar en el interior de nosotros mismos descubriéndonos y redescubriéndonos...

Así, amigos míos, divagando sobre estas y otras cuestiones, puedo decirles todo cuanto pasa dentro de mí... Tenemos la posibilidad como especie de ser más que nosotros mismos y nos negamos ese camino en desmedro de las futuras generaciones que tal vez

Nuestro egoísmo personal, avalado por un sistema en extremo parecido a una prolongación de la selva más salvaje, plagada de predadores y donde hay poco espacio para las presas, es el pilar fundamental para mantener y reproducir una forma de hacer las cosas que lleva estructurándose en nuestras mentes individuales y colectivas más de 2 mil años.

Lo que nadie nos contó es que esa forma de hacer las cosas, lo que llamamos cultura, está basado en lo que nosotros mismos denominamos mitos, es decir, explicaciones ultraterrenas a fenómenos sin una respuesta que nuestra propia ciencia avale del todo.

Nuestra especie, nuestra forma de hacer las cosas y ver el mundo asegura, por y porque nosotros así lo queremos y creemos, que existe un ser omnipresente y omnipotente de nombre Dios, el cual se presentó primero como un ser divino de inconmensurables poderes y mal carácter y luego, en un ente de un amor por su creación de proporciones magnánimas, tanto así, que envió a su hijo para limpiar los pecados de la humanidad.

Todo este discurso no desea nada, salvo expresar que si ponemos bajo la lupa de la misma lente que utilizamos para medir otras formas de vida y otras culturas; A NUESTRA CULTURA, nos daremos cuenta de muchas cosas pequeñas –pero significativas- que aseguran nuestro parentesco y afinidad con todos los seres vivos que habitan este planeta, haciéndonos olvidar el lugar que nos asignamos en la escala de la naturaleza, pero, a cambio de ello, redescubriríamos el antiguo vínculo entre nuestro hábitat, los demás seres vivos y nosotros, las personas.